Con las cámaras de fotografía química (mal llamadas analógicas), hacías una foto de cada cosa. Un carrete de 36 no daba para rayarse con un sólo tema, el de la tienda de revelado te tomaba por chalao y te gastabas una pasta. Alguna ventaja debería tener esto de la foto sin fin, no todo iba ser tragarse las 1000 fotos seleccionadas de las 5000 del viaje al Nepal de tu cuñao. Que te las ves con cara de «ni bien ni mal». Ni me parecen un coñazo ni me divierten, porque si manifiestas tu sopor, se cabrea y mete más en la carpeta de seleccionadas y si te interesas por el pase, acaba haciendo lo mismo. Como iba diciendo, que me pierdo, alguna ventaja debería tener, que descubres que te has vuelto loco haciendo casa con cables y te encuentras con veinte casi igaules, que una a una son una mierda, pero que juntitas con un poco de gracia molan. Por lo menos a mi. Si quieres ver más sigue leyendo y si alguna te gusta le das al «me gusta» y así sabré que no estoy sólo en el universo.